experimentos psicológicos

Los experimentos psicológicos más perturbadores de la historia

Estos son 10 de los experimentos psicológicos más perturbadores de la historia, que hoy en día serían considerados inaceptables.

Si bien en la actualidad, las asociaciones nacionales e internacionales de Psicología han establecido códigos de conducta ética para regular las prácticas en la investigación psicológica, no siempre fue así.

Los actuales códigos de ética científica incluyen normas relacionadas con la confidencialidad, el consentimiento informado y el beneficio, siendo los comités de revisión los encargados de hacer cumplir estas normas. Sin embargo, en el pasado, estos códigos no eran tan estrictos, lo que permitió la realización de experimentos que hoy en día serían considerados inaceptables por violar principios éticos fundamentales.

A continuación, mostramos algunos de los experimentos más famosos y crueles en la historia de la ciencia de la conducta.

El experimento del pequeño Albert

En 1920, en la Universidad de Johns Hopkins, John B. Watson llevó a cabo un estudio de condicionamiento clásico con un bebé de 9 meses llamado Albert. Watson emparejó la presencia de una rata blanca con un fuerte sonido de martillo, lo que llevó a que Albert desarrollara miedo no solo a la rata sino también a otros objetos peludos. Este experimento se considera inmoral hoy en día, ya que Albert nunca tuvo la oportunidad de superar las fobias inducidas, falleciendo a los 6 años por una enfermedad no relacionada.

El estudio del monstruo

En 1939, en la Universidad de Iowa, Wendell Johnson y su equipo trataron de descubrir la causa del tartamudeo al intentar convertir a huérfanos en tartamudos. Este experimento, que involucró engaño y maltrato psicológico, no pasaría la evaluación ética actual.

Experimentos con primates de Harlow

En la década de 1950, Harry Harlow de la Universidad de Wisconsin investigó la dependencia infantil utilizando monos rhesus. Harlow separó a los monos de sus madres reales y los expuso a dos «madres» artificiales, una de tela y otra de alambre. Estos experimentos fueron detenidos en 1985 debido a las reglas éticas contra el maltrato animal.

Los experimentos de donformidad de Asch

En 1951, Solomon Asch llevó a cabo experimentos sobre la conformidad en la Universidad de Swarthmore. Los participantes debían igualar la longitud de líneas, y Asch manipuló el entorno para que los actores dieran respuestas incorrectas. A pesar de la evidencia física contraria, muchos participantes acordaron con las respuestas incorrectas. Este experimento no podría realizarse hoy debido a la falta de consentimiento informado por parte de los participantes.

El experimento de la cueva de los ladrones, de Sherif

En 1954, Muzafer Sherif llevó a cabo el experimento de la cueva de los ladrones, utilizando dinámicas de grupo en un campamento de verano con niños pre-adolescentes. El uso del engaño y la falta de consentimiento informado harían que este experimento fuera inaceptable hoy en día.

El experimento de obediencia de Milgram

En 1961, Stanley Milgram de la Universidad de Yale llevó a cabo experimentos para entender por qué las personas obedecen órdenes crueles. Los participantes pensaban que estaban participando en un estudio de memoria, pero en realidad estaban administrando descargas eléctricas a un «aprendiz» ficticio. A pesar de evidentes signos de sufrimiento, la mayoría de los participantes continuaron aplicando descargas, lo que hoy se consideraría inaceptable debido al daño psicológico.

Indefensión Aprendida, de Seligman

En 1965, Martin Seligman y su equipo realizaron experimentos con perros para estudiar la indefensión aprendida. Algunos perros recibieron descargas evitables, mientras que otros recibieron descargas inevitables. Este experimento, que implicó maltrato animal, sería cuestionado éticamente hoy en día.

El efecto espectador

En 1968, John Darley y Bibb Latané realizaron estudios sobre el efecto espectador, examinando la falta de reacción de testigos en situaciones de crimen. Descubrieron que los participantes eran más propensos a informar sobre un problema cuando estaban solos que cuando estaban en grupo. Este experimento podría considerarse éticamente cuestionable hoy en día.

Estudiantes de ojos azules contra los de ojos marrones

En 1968, Jane Elliott dividió a sus alumnos en grupos de ojos azules y ojos marrones para enseñarles sobre la discriminación. Aunque significativo para la psicología actual, este experimento sería criticado éticamente hoy debido a las consecuencias negativas en la autoestima de los estudiantes.

El experimento de la prisión de Stanford

En 1971, Philip Zimbardo realizó el famoso experimento de la prisión en la Universidad de Stanford. Estudiantes universitarios fueron asignados como prisioneros o guardias en un entorno simulado de prisión. La violencia psicológica que surgió llevó a la terminación prematura del experimento. A pesar de su impacto en la psicología, este experimento se considera poco ético hoy en día, destacando la importancia de los estándares éticos en la investigación psicológica.